Medalla del Bicentenario

Volver
 
   
   
  Ceremonia de entrega de la Medalla del Bicentenario. Día del Periodista, 7 de junio 2010.  
   
 

Palabras dichas en el video proyectado durante la entrega
Día del periodista, 7 de junio de 2010

Empecé el periodismo en una oficina en la que estaba Antonio Di Benedetto, mi jefe, y un compañero, Jorge Bonnardel. Los dos fueron mordidos por la dictadura que violaba las vidas y violabas las muertes y encima afanaba criaturas. Yo estuve 6 años exiliado adentro del limbo de este infierno. Seis años sin poder escribir en la patria idolatrada. Pero puedo contar el cuento. Y hoy digo que:

Acepto esta medalla pensando y sintiendo que la recibo, no de este gobierno en particular, la recibo de todos los gobiernos de la ciudad, de todas las municipalidades de Buenos Aires. Honrado, la recibo de la democracia.

Uno, por ser periodista, tiene ciertas responsabilidades

La responsabilidad de luchar para que los medios de descomunicación, elefantes monopólicos, dejen de impedir con la falta de libertad en la empresa, el uso entero de la libertad de expresión.

Como periodista, no confundir el ruido con el sonido, no confundir la chatura con el nivel del mar, no confundir rigor con mala leche, no confundir investigación con alcahuetería.

Como periodista no sólo debemos exigir ética a los políticos. La ética empieza por casa, y la corrupción también.

Como periodista no confundir un gran país con un país grandote.

Como periodista, ni ebrio ni dormido puedo olvidarme que debo hablar y escribir en castellano, superando  el idioma anémico y estreñido de don Tarzán, el hombro mono.

Como periodista luchar para que dejemos de ser el Cuarto Poder y empecemos a ser el Poder Coagulante. Coagulante de esta todavía tenue democracia.